Observar y reconocer el buche lleno de nuestros plumitas es la primera señal de que llega el momento de ofrecer la siguiente toma. He comprobado que, con el tiempo, uno desarrolla una especie de “radar” para detectar ese pequeño globo bajo la piel del cuello.
He de reconocer, que la primera vez que les dí, no sabía ni que el buche se llenaba de esa forma, ni que tenía que fijarme en ello antes de cada comida. Por eso, antes de preparar la papilla, acércate con calma, coloca tu mano suavemente sobre la clavícula del polluelo y nota si el buche está ligeramente inflado: ni ligado como una piedra, ni totalmente blando. La mayoría de veces, es algo que visualmente también podrás apreciar, pero esto ya cuando lleves más práctica. Así que te voy a contar además de resolver algunas de las dudas que tenía yo respecto al tema de la papilla y que a día de hoy, creo que me han sido indispensables como trucos.
Cómo se ve y se toca un buche lleno de papillero
Detectar un buche correctamente inflamado es una habilidad que se adquiere con la práctica y la observación atenta. Cuando acaricio suavemente el cuello de uno de nuestros plumitas, busco un volumen redondeado que no resulte abultado como una piedra, sino firme y con una leve flexibilidad al presionar. En mis primeras semanas como cuidador, solía dudar si aquello era demasiado o muy poco, hasta que entendí que el secreto está en combinar la vista y el tacto: observar el perfil trasero de la clavícula y, al mismo tiempo, palpar el tejido sin apretar en exceso.
Con esta doble comprobación entre mirada limpia y dedos ligeros, sabrás con certeza si el polluelo está listo para la siguiente ración de papilla y evitarás ofrecerla antes de tiempo o tardar demasiado.
Aqui os enseño en el momento que el profesional responsable está palpando el buche con cuidado:

Para afinar tu toque y tu mirada, ten en cuenta estas características para saber si puedes alimentar a tu polluelo:
- Volumen redondeado: la zona justo detrás de la clavícula forma un montículo uniforme.
- Tacto firme pero cede con suavidad: al presionar ligeramente, notas resistencia sin dureza extrema.
- Ausencia de bultos irregulares: no debe sentirse ningún punto más duro ni zonas deprimidas.
- Temperatura agradable: la piel sobre el buche debe estar cálida igual que el resto del cuerpo, sin señales de frío o calor excesivo.
No te preocupes, que al poner a tu polluelo de lado, verás muy claramente si el buche está lleno o no. Te voy a enseñar un ejemplo donde podras ver que se ve lo que representa el buche en un color «carne» entre sus plumitas. ¿Lo ves?


Riesgos de sobrealimentar o alimentar con el buche aún lleno
Ofrecer papilla cuando el buche todavía no ha digerido por completo la toma anterior no es un error menor, sino una práctica que puede desencadenar problemas graves.
He visto cómo la sobrecarga conduce a regurgitaciones que asustan tanto al cuidador como al polluelo, y cómo la acumulación de papilla antigua favorece el crecimiento de bacterias que ponen en riesgo la salud digestiva. Además, el espacio ocupado impide al ave respirar con normalidad y acaba asociando la hora de comer con malestar y estrés.
Entender estos riesgos y prevenirlos reforzará la confianza de tu papillero en el proceso de alimentación, convirtiendo cada toma en un momento de confort en lugar de tensión. Te dejo a continuación algunas de las sintomatolgías y patologías en las que puede derivar:
- Regurgitación intensa: puede derivar en aspiración de alimento y problemas respiratorios.
- Obstrucción del paso de aire: la papilla presiona órganos cercanos, dificultando la respiración.
- Desequilibrio digestivo: restos de papilla vieja inflaman el tracto gastrointestinal y alimentan bacterias.
- Estrés y rechazo: el polluelo relaciona la experiencia con malestar y puede negarse a alimentarse.
Qué hacer si el buche no se vacía correctamente
¿Te ha pasado que no se vaciaba su buche? No te preocupes. En primer lugar, puede deberse a que hayas preparado una papilla demasiado espesa o a que su temperatura no fuera la adecuada. Mantén la calma y observa.
Si tras el tiempo estimado el buche sigue inflamado o expulsando olor agrio, actúa así:
- Espera y revisa: da otros 20–30 minutos antes de la siguiente comprobación para descartar simples retrasos.
- Ajusta temperatura: asegúrate de que el entorno esté en el rango óptimo (34–36 °C aproximadamente).
- Revisa la consistencia: una papilla demasiado densa puede ralentizar el vaciado.
Si lo deseas, puedes ayudarle ofreciéndole con suavidad una jeringa con agua tibia para facilitar el vaciado.
Pero recuerda, que si tras estos pasos el buche retiene más de tres horas o aparecen signos de malestar (jadeos, plumón erizado), contacta con tu veterinario aviar de confianza. Ten en cuenta que episodios puntuales de retención pueden ocurrir, especialmente al introducir cambios de fórmula, ajustar el horario de las tomas u otras modificaciones en la rutina. Pero en el momento en que esto se vuelve recurrente o no revierte, es cuando debemos preocuparnos.
Con estas pautas dispones de un método práctico y confiable para acompañar a tu papillero en cada etapa, desde el buche lleno hasta su primer vuelo. Mantén la calma, confía en tu intuición y en el apoyo profesional, y disfruta de ver crecer a tu pequeño plumita cada día más fuerte y seguro.