Irte de vacaciones cuando tienes un loro en casa plantea un reto muy distinto al de convivir con un perro o un gato. Estas aves no son mascotas fáciles de “dejar encargadas” ya que requieren experiencia, atención constante y una sensibilidad especial para detectar cualquier cambio en su comportamiento o salud.
Mientras que un vecino puede cuidar de un perro o un gato, en el caso de los loros no basta con llenar el comedero y el bebedero sino que hablamos de animales silvestres que necesitan interacción diaria, rutinas claras y un entorno estable para sentirse seguros.
¿A quién le dejo mi loro?
Dejar a tu loro con alguien sin experiencia puede ser un riesgo innecesario. Un cuidador inexperto quizás no sepa reconocer los primeros signos de enfermedad y recordemos que los loros tienden a ocultarlos hasta que es tarde, o no entienda la diferencia entre un grito normal de contacto y un comportamiento de estrés.
Por eso, lo más recomendable es buscar un parrot sitter con experiencia real, alguien que conozca el manejo de aves y sepa sobre sus costumbres. Además, la confianza en esa persona es esencial. Por eso, antes de irte, dedica tiempo a presentarla a tu loro, a que interactúe con él y a que conozca sus rutinas. Esa adaptación previa marcará la diferencia en cómo el ave vivirá tu ausencia.
¿Traslado a mi loro o mejor que vengan a casa?
Un error bastante común entre los tutores es pensar que lo mejor para el loro es trasladarlo a casa del cuidador mientras están de viaje. A simple vista puede parecer práctico, pero lo cierto es que este cambio de entorno puede resultar muy estresante para un ave. Los loros son animales extremadamente sensibles a los sonidos, los olores y las rutinas. Un espacio desconocido, con nuevas luces, ruidos y dinámicas de personas, puede generarles ansiedad y desconfianza, lo que repercute directamente en su comportamiento y bienestar.
Además, trasladarlo supone interrumpir todo lo que le resulta familiar desde sus perchas de confianza, sus juguetes favoritos y el lugar exacto donde se siente seguro. Esa falta de referencias puede traducirse en más gritos, rechazo a comer, picaje o conductas de frustración.
Por todo ello, siempre que sea posible, es mucho mejor que sea el cuidador quien acuda a tu casa. De este modo, el loro mantiene su entorno, sus objetos habituales y su rutina diaria. Esa continuidad le da seguridad y reduce al mínimo el impacto de tu ausencia. Al quedarse en casa, la transición es más suave, se evitan sobresaltos innecesarios y tu ave puede seguir sintiéndose parte de su espacio, aunque tú no estés presente.
¿Puedo viajar con mi loro?
La respuesta es sí, puedes viajar con tu loro, pero no es algo que deba improvisarse. Trasladar a un ave fuera de su entorno supone un cambio importante y, si no se hace bien, puede convertirse en una fuente de estrés. Sin embargo, con una buena planificación y respetando sus necesidades, es totalmente posible compartir viajes con tu compañero alado, especialmente si se trata de ausencias cortas.
Lo primero y más importante es contar con un transportín seguro y adaptado al tamaño del loro. No debe ser ni demasiado estrecho ni tan grande que pueda golpearse en su interior. Este transportín tiene que ser su espacio de confianza, por lo que la habituación previa es clave. Déjalo a su alcance días antes del viaje, coloca dentro alguna percha cómoda o un juguete pequeño y permite que lo explore sin presión.
En el caso de viajes largos, planifica bien las paradas y momentos de descanso. Los loros no están acostumbrados a trayectos prolongados, así que ofrecerles tranquilidad, ventilación adecuada y un entorno lo más estable posible será fundamental para que se mantengan calmados. Evita exponerlos a corrientes de aire, a ruidos excesivos o a temperaturas extremas.
Si tu loro es un papillero, llevarlo puede requerir cuidados adicionales: vigilancia de temperatura, control del estrés, alimentación adecuada durante el viaje. Si quieres llevarlo contigo o necesitas información para transportarlo de forma segura, puedes ver esta guía completa sobre cómo viajar con un loro papillero.
Existen muchas opciones de transporte de nuestras aves en el caso de decidir que deseamos viajar con ellos. Te voy a poner un ejemplo muy común de transporte usado en aves, a modo de mochila, para en caso de optar por desplazarte, que tu loro también pueda estar cómodo.

Si de lo contrario tienes un loro muy asustadizo y que cambiar de entornos y de estímulos puede asustarle demasiado, entonces opta por opciones más cerradas o incluso tapar el transportín para que pueda ir más tranquilo y relajado.
¿Entonces viajo con mi loro o lo dejo a alguien?
Sea cual sea la opción que elijas para tu loro, lo fundamental es que tenga rutinas claras durante tu ausencia. Lo más importante son horarios de comida, enriquecimiento, tiempo de interacción y descanso. Un buen cuidador debe saber qué juguetes le gustan, cómo alimentarlo correctamente y cómo interpretar su lenguaje corporal.
La estabilidad emocional se construye manteniendo lo que el loro conoce. Cambios bruscos de espacio o de rutina pueden generar inseguridad, estrés y retrocesos en su comportamiento.
Por eso, organizar las vacaciones cuando convives con un loro supone más que planificación logística, ya que implica responsabilidad, compromiso y empatía. Necesitas asegurarte de que quien lo cuide tenga experiencia, haya pasado por una adaptación y respete sus costumbres. Si puedes, lo ideal es que el loro permanezca en su casa para mantener su ambiente habitual.
Viajar con el loro puede ser una alternativa, pero debe hacerse con mucho cuidado, especialmente si es papillero. Y si no, lo mejor es dejarlo con alguien de confianza que cumpla lo que tu loro necesita: seguridad, cariño, enriquecimiento y estabilidad.




